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“Partimos de la base de que todo periodista de investigación se ha de enfrentar con algo desconocido u ocultado, que la acción o actividad que se va a investigar tiene alguna carga de ilegalidad, cuando no delictiva y que el éxito de la tarea puede traer algún tipo de consecuencia para los intérpretes pasivos de la investigación”. |
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Por Leoncio Acuña Herrera
Aunque la selección de los temas para este trabajo me impiden abordar aspectos didácticos del periodismo de investigación encontré testimonios y sugerencias de profesionales de otros países de Latinoamérica que quisiera citar, aunque sea brevemente, porque me parece que aportan mucho a la discusión de nuestro tema.
Por lo demás, sirva como secuencia lógica del desarrollo de la metodología en cuanto a la temática a seguir.
Valga aclarar que esto no excluye a organizaciones internacionales de periodismo de investigación con sede en Estados Unidos o patrocinada por periodistas méxiconorteamericanos, como quedó claro en el apartado anterior.
De hecho es en ese país del norte donde ha tenido sus mejores desarrollos el periodismo de investigación en idioma inglés, tal como ocurre con el de España como un ejemplo a seguir para los países latinoamericanos.
La primera evidencia de organizaciones de periodistas de investigación en países de habla hispana lo prueba un sitio en Internet denominado “Sala de Prensa” (“Web para profesionales de la Comunicación Iberoamericana”) con 578 enlaces y una temática variada:
Periodismo de Investigación, Ética y Deontología, Derecho a la Información, Comunicación Social, Fuentes de Investigación, Política y Gobierno, Economía y Finanzas, Academia, Medios en Libros, Biblioteca y Espacio del Usuario.
Para el desarrollo de este trabajo me centré en el apartado Periodismo de Investigación a cuya cabeza en México aparece como su director el reportero Gerardo Albarrán de Alba, de la revista Proceso, y quien por cierto estuvo en esta carrera de Periodismo, junto con el doctor Ernesto Villanueva, para deliberar sobre la legislación en medios.
España
El periodista español José Manuel de Pablos es catedrático de periodismo de la Universidad de la Laguna y publicó el siguiente trabajo en las Jornadas Sobre Periodismo de Investigación de la Sociedad Española Periodística celebradas en la Universidad de Vigo (Campues de Pontevedra, Galicia) en octubre de 1997 y reproducida en el número 9, septiembre de 1998 de la Revista Latina de Comunicación Social.
Del amplio texto netamente didáctico, subido a la página web “Sala de Prensa” extraigo algunos fragmentos que hablan de las cinco fases del Periodismo de Investigación.
Salvo aspectos metodológicos este texto denominado “Periodismo de Investigación, las cinco fases P” no difiere en gran medida del manual de José Rodríguez a quien incluso el autor cita en alguna parte. Veamos:
“Partimos de la base de que todo periodista de investigación se ha de enfrentar con algo desconocido u ocultado, que la acción o actividad que se va a investigar tiene alguna carga de ilegalidad, cuando no delictiva y que el éxito de la tarea puede traer algún tipo de consecuencia para los intérpretes pasivos de la investigación”.
De entrada dice el autor que el periodista deberá siempre realizar su trabajo “dentro de los límites indiscutibles y apreciables del periodismo, por medio de actos o gestiones pro-informativas claramente legales desde la proyección de la necesaria ética”.
Cito brevemente algunas de las fases que cita el periodista español para darnos cuenta que, aunque varíe el lenguaje, los pasos del periodismo de investigación son los mismos en todas partes:
Primera fase P. La pista.
Es en realidad lo mismo que propone José Rodríguez de que todo rumor es potencialmente una información importante y que debe sopesarse si vale la pena o no seguirle la pista.
Sin embargo acota muy bien que cuando se trata de entrometerse en la vida íntima de las personas por simple morbo se descarta que esto sea periodismo ético y por ende, de investigación.
Con un lenguaje más barroco que el de “Pepe” Rodríguez –como él mismo cita— nos recomienda también, al igual que en la lectura en clase del primer autor, la necesaria discreción:
“...Tendrá que ser una persona con la experiencia precisa para saberse desenvolver por la oscuridad de una fase de investigación que ya empezará a ser pública (aunque todavía no publicada), de ahí la necesidad de dotes de prudencia indispensable para que esa primera actividad silenciosa de recolección pública de datos a extramuros de la redacción no le traicione...”
Segunda fase P: La Pesquisa:
Volvemos a la problemática de la falta de tiempo en las redacciones: “...decidido el trabajo, el o la periodista que lo vaya a llevar a cabo es ideal que no tenga otras ocupaciones que le quiten parte de la entrega y dedicación inevitables para una pesquisa periodísticas para que su labor sea más provechosa”.
José Manuel de Pablos señala en este punto que la empresa debe estar preparada para defender, incluso por la vía jurídica, al reportero que realizó la investigación publicada, “no es justo que un periodista sea denunciado por causas de su labor profesional y la empresa se desconecte del problema”.
De igual modo —como en el texto durante el curso— recomienda hacer un alto en el camino y revisar el avance de toda la investigación, reconsiderar la validez de los datos y de las fuentes y si es necesario buscar nuevos puntos de partida.
Tercera fase P: La Investigación:
Señala que independientemente de que un trabajo se lleve meses de investigación o se haga en semanas llegada la hora de la redacción, por lo general en textos que aparecerán en serie, “todo lo que se diga y se afirme habrá de estar debidamente verificado pues es un serio problema dejar cabos sueltos sin la necesaria y prudente verificación”.
Cuarta fase P. La presión.
“Desde el instante inicial de aparición de los primeros resultados de la pesquisa, los afectados harán presión y pondrán en entredicho la labor del periodista investigador: con eso hay que contar siempre y estar preparados para la embestida”.
Dice que en esta delicada etapa el periodista puede ir consolidando los resultados pero que se le puede empezar a desmontar el cuadro si no siguió los pasos recomendados.
Quinta fase. La prisión.
Se refiere a la posibilidad de que el investigado –puede ser un político de altos vuelos— vaya a prisión a raíz de un reportaje de investigación o que su status o prestigio profesional cambie para siempre.
Argentina
Una colaboración interesante en “Sala de Prensa” es la del argentino Carlos A. Sortino, editor de la revista “En Marcha” y profesor de la materia Periodismo de Investigación en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata.
Su artículo nos presenta situaciones inéditas del periodismo de investigación en América Latinas, o que por lo menos no se han presentado hasta ahora en México: los juicios o alegatos a que llevado esta materia —lo cual confirma su novedad— ante el Poder Judicial de ese país.
Dice que por primera vez en Argentina una tribunal identifica al Periodismo de Investigación como una práctica diferenciada del periodismo “cotidiano”, para adjudicarle un mayor grado de responsabilidad a la hora de evaluar demandas por daños y perjuicios causados por errores informativos.
Reseña que en tres fallos sucesivos de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, el doctor Eduardo Julio Pettgiani distingue “las informaciones que resultan espontáneamente de hechos” y aquellas que “provienen de lo que se da en llamar periodismo de investigación”.
El juez mencionado dice que debe haber criterios diferentes para determinar la culpabilidad en uno y otro caso, sobre todo porque en la información cotidiana, por la prisa que implica su ejercicio, son más entendibles este tipo de “errores” a diferencia del periodismo de precisión, que, como su nombre lo indica, por el tiempo y por su propia profundidad e implicaciones, sería menos perdonable.
Además en una nota informativa diaria es más fácil hacer precisiones que en un reportaje de investigación.
De esta manera en Argentina se delibera sobre una posible jurisprudencia específica contra el periodismo de investigación.
El doctor Pettigliani marca la distinción entre aquellas informaciones que resultan espontáneamente de hechos impactantes y sobre los cuales hay una exigencia del público lector, y aquellas informaciones que nacen de la iniciativa de la empresa o del reportero pero que por lo mismo cuenta con más tiempo para verificar fuentes.
Cabría comentar como comentario final en este punto que en el caso de México estamos muy lejos de hacer este deslinde puesto que ni siquiera hay apertura suficiente del sector oficial —y de los periódicos oficiosos— para que se debata sobre la reglamentación al viejo artículo 7 sobre la Ley de Imprenta.
Panamá
Aunque escrito desde Columbia, Missouri, donde nace “Reporteros y Editores” (IRE) con un ramal en México, el autor del artículo “Periodismo de Investigación: más allá de la noticia” es panameño y trabaja en el diario de La Prensa de ese país.
Arístides Cajar Páez describe a sus colegas panameños cómo y por qué nació en Estados Unidos el primer esfuerzo serio por periodismo de investigación, que después se extendió a América Latina.
No es casual que la sede de IRE esté en Missouri puesto que ahí también está la Escuela de Periodismo fundada por Joseph Pulitzer.
Relata que en 1975 la reportera Myrta Pulliam, del periódico Indianápolis Star, animó a un grupo de colegas de algunos otros medios estadounidenses a conformar un grupo para el intercambio de experiencias y técnicas avanzadas en la búsqueda de información “más allá de la noticia o el reportaje corriente”.
En 1976 se realizó, sin mucha convicción, la primera asamblea de IRE. La asistencia superó las expectativas y es que un evento trágico sirvió como factor aglutinante: algunos días atrás fue asesinado con un carro-bomba el reportero investigador Don Bolles, quien trabajaba para el diario Arizona-Republic.
“Aparentemente Bolles había sido asesinado por presuntos implicados en un caso de tráfico de drogas en Arizona que estaba investigando. La respuesta de los periodistas convocados por IRE no se hizo esperar. Conformaron de inmediato un equipo encargado de terminar la investigación iniciada por Bolles. De esta manera los periodistas pretendían demostrar, al tiempo que exponían al asesino del colega, que se puede matar a un periodista pero no a una investigación”.
Señala Arístides Cajar que en el equipo trabajaron periodistas de manera gratuita en sus tiempos libres y algunos incluso pagados expresamente por sus respectivos medios y que desarrollaron en conjunto un amplio trabajo sobre la corrupción en Arizona que distribuyeron a medios de todo el país.
“En poco tiempo IRE logró hacerse famoso aunque no siempre esta fama fue positiva: de hecho muchos de los personajes denunciados en los reportajes del llamado "Proyecto Arizona" demandaron a varios periodistas del equipo investigador y eventualmente IRE se vio enfrentado en los tribunales”.
Cajar Páez señala que luego de establecerse IRE en las oficinas de Universidad de Missouri uno de los periodistas “estrellas de la asociación”, Steve Weinberg platicó con tres reporteros panameños para darles técnicas básicas de periodismo de investigación:
“Se trata de sacar muchos pedazos de información y juntarlos de manera interesante y con base. Una buena historia empieza con la evaluación de lo ya publicado. Una vez que se escoge el tema hay que ver qué se ha hecho ya, hay que revisar los periódicos, revistas y bases de datos electrónicos”.
Indica que en base a esta revisión se puede detectar qué faltó y que piezas no encajan, aunque tampoco se trata de reinventar lo ya hecho.
Las preguntas básicas durante la recolección de datos son “¿qué tengo? ¿qué hay de nuevo?, ¿qué me falta?”
En cuanto a la ética indica que para conjurar el peligro de una demanda “no basta ser riguroso a la hora de recopilar el material informativo y preciso a la hora de utilizarlo: hay que estar en guardia frente a la tentación del sensacionalismo con un escrupuloso sentido ético; por esa razón hay que preguntarse sobre la validez de inmiscuirse en la vida privada de las personas, aun si estas son sospechosas de alguna conducta impropia”.
Recomienda también evitar al máximo las fuentes anónimas o utilizar el uso de aparatos electrónicas de forma encubierta como son las cámaras, grabadoras o los micrófonos sin el consentimiento del sujeto investigado.
Cuando el periodista panameño escribía esto, en febrero de 1996, anunciaba ya que IRE planeaba instalar oficinas en México... Para allá vamos.
Nicaragua
El texto de José Rodríguez leído en clase contiene un apartado en el que habla del “periodismo militante”, fue por ese motivo que, con el riesgo de extenderme demasiado, incluí el siguiente texto.
En un artículo central en Sala de Prensa, Guillermo Cortés Domínguez dice que en Nicaragua el periodismo investigativo prácticamente no ha existido y sin embargo ha estado sumamente politizado, por una parte periódicos exaltando al gobierno y por el otro medios ferozmente opositores como lo fue La Prensa ante los gobiernos somocista y sandinista.
“Nuestro periodismo tiene una prolongada experiencia asumiendo banderas políticas, en la mayoría de los casos defendiendo causas populares, lo cual es loable desde una perspectiva social, solidaria y humana, pero una cosa es tener sensibilidad social, y otra, ser panfletario y propagandista. Profesionalmente se ha avanzado desde el periodismo de proclamas, abiertamente personal y partidista, hasta pasar al de notas elaboradas con apego a ciertas técnicas elementales, como la pirámide invertida en las noticias, el uso de la tercera persona y el acompañamientos con fuentes responsables”.
Sin embargo, dice Cortés Domínguez, ni siquiera La Prensa que denunciaba las atrocidades de Somoza hacía periodismo de fondo: “la denuncia no es lo mismo que periodismo investigativo, el cual pretende llegar hasta las raíces de los hechos, comprobándolos mediante documentación y de fuentes vivas”.
Con el sandinismo la situación no cambió demasiado porque los dirigentes elevaron casi todos los asuntos a cuestiones de seguridad nacional y no se podía opinar libremente. “Todas las notas procedentes del teatro de operaciones militares eran revisadas cuidadosamente por oficiales del Ejército Popular Sandinista”.
Durante los noventas hay esfuerzos aislados en Nicaragua pro el periodismo de profundidad, específicamente de La Prensa que ha constituidos una Unidad de Periodismo de Investigación.
Por lo demás el texto de Cortés Domínguez nos retrotrae al escrito de José Rodríguez, sobre todo en la descripción del periodista de investigación, los fragmentos que siguen no tienen desperdicio porque encajan perfectamente en nuestro contexto:
“... También hay ignorancia en propietarios o funcionarios de medios de comunicación, lo que les impide ver la importancia del periodismo investigativo, el cual es una necesidad en nuestras sociedades tan poco maduras, corruptas y necesitadas de mecanismos de muchos servidores estatales, por ejemplo”.
Indica entre otras adversidades que cuando hay unidades de investigación que dedican a unos cuantos reporteros a trabajos completos de investigación, estos se ganan una animadversión de quienes hacen reporteo cotidiano, incluso hay antipatía y obstáculos de editores.
Se remite también a las presiones del jefe de información para que un reportero entregue rápido un trabajo, lo que puede llevar a imprecisiones, pero un verdadero profesional preferiría no publicarlo.
Habla también del reto del periodista:
“Aún tomando también en cuenta la limitante que se levanta casi como una barrera infranqueable cuando los dueños de los medios están muy comprometidos o con sectores del poder, creo que el principal enemigo del periodismo investigativo es el propio periodista, porque se deja vencer fácilmente por las dificultades”.
En suma, “para realizar periodismo investigativo hay que convertirse en un luchador, casi en un fanático, en un obsesionado, en un detective apasionado, en un cazador obstinado, sumamente paciente y firmemente perseverante”.
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